
Las rutas bici -oníricas
Soñé un domingo de madrugada que estaba en compañía de dos hermosas mujeres ancianas. Ellas me indicaban que mirase de cerca por la ventana para ver el volcán en medio del océano y pudiera reconocer a los niños. No entendía de que hablaban y cuando me acerqué al marco, vi claramente en el color verde azul de la montaña las figuras de un niño y una niña en ambos lados de la roca, sus cabezas se juntaban justo en la cima, recostadas una contra la otra como descansando.
Nuevamente las abuelitas hablaban: - esas son “las rutas de las bicicletas”, ese es el camino. Volví mi mirada a la montaña en medio del océano y el arco que separaba a los pequeños, se veía cada vez más claro. De repente un mapa del mundo muestra las grandes extensiones de tierra y mar entre los continentes. Una bicicleta cruzaba con facilidad los valles y desiertos de américa, incluso era capaz de rodar por encima del agua del océano atlántico y volar.
“Esas son las rutas de las bicicletas, ese es el camino”
Já senti saudade,
Já fiz muita coisa errada,
Já pedi ajuda
Já dormi na rua
Mas lendo atingi bom senso
Los asanas del hatha yoga, me enseñaron de la plasticidad del cerebro, de la capacidad infinita de cambiar nuestro pensamiento. Veía con detenimiento el dedo meñique de mi pie derecho y le ordenaba que se moviera; comenzaban a moverse todos los demás menos ese, y con mucho esfuerzo un día ese pequeñín de ahí, se separaba lentamente de su amigo el anular para estirarse y sonreír.
Lo que digo es que somos co-creadores de la experiencia de nuestras vidas y que no hay nada imposible para la mente si decidimos confiar plenamente en nuestra capacidad de crear y destruir la vida una y otra vez, la naturaleza salvaje que vive/muere/vive.
Las rutas bici-oníricas de Ngongorokó, es el proyecto que he venido hilando en sueños desde que se me metió el bicho de viajar y además de rodar. Sólo hasta ahora y ahora es perfecto, pude unir esta parte de la telaraña y saltar otro miedo. La vida está llena de ellos, pero hace unos años Don Juan, me hizo notar lo siguiente, -si dejas que el miedo te paralice, éste habrá puesto fin a tu viaje. Entonces aún con miedo hay que continuar-.
Me propongo viajar en bicicleta por Suramérica, vivir los tiempos de la luna y el sol y las estrellas; practicar el dharma y compartir en Ngongorokó, que en lengua palenquera traduce amor. Lo que también se entreteje con la creación de espacios de experimentación e intercambio de saberes, que son base en el camino del autoconocimiento y apropiación a través del cuerpo. Lo que intuyo son prácticas corporales senti-pensadas desde el campo de la estética. Documentar ello y abrir los caminos de oshún en las raíces suramericanas.